La Congregación de las Hermanas Siervas de María SS. La Addolorata tiene su origen en Florencia, alrededor del año 1854, de un grupo de terciarios de la Orden de los Siervos de María.
Vivieron una vida comunitaria, bajo la guía de Sor Verónica Donati, tendiendo a la propia perfección y dedicándose a la educación de las niñas pobres. En 1865 la Hermana Verónica deja el Instituto que estuvo al borde de la disolución. El párroco de la iglesia de Cestello (las hermanas estaban en San Frediano) y los Padres Siervos de María del convento de las SS. Annunziata, que siguió con confianza y esperanza los primeros pasos de este grupo, surgido precisamente en Florencia y dentro de la Orden, pensó en confiar la pequeña comunidad a la terciaria Sor Giuliana Signorini, quien aceptó y se comprometió totalmente a revitalizar el Instituto y a darle una identidad propia en fidelidad al carisma Siervita. A su muerte, el 20 de noviembre de 1873, el Instituto estaba vivo y bien y había comenzado a expandirse.
En 1876 la Congregación se agregó a la Orden de los Siervos de María y en 1877 recibió las primeras Reglas del Arzobispo de Florencia, Monseñor Eugenio Cecconi. Dedicado a la educación de las niñas y a la atención de los más pobres y sufrientes, el Instituto conoció un rápido crecimiento y nacieron numerosas fundaciones en Toscana y otras regiones de Italia. El 9 de julio de 1913 obtuvo el Decreto de Alabanza de la Santa Sede y el 22 de diciembre de 1931 la aprobación definitiva, pasando así a ser de derecho pontificio.